lunes, 25 de marzo de 2019

La mala circulación: un meme patógeno


PSICOSOMÁTICA Y PSIQUIATRÍA
7 / AÑO 2018
OCTUBRE • NOVIEMBRE • DICIEMBRE


Editorial invitada

LA MALA CIRCULACIÓN: UN MEME PATÓGENO
POOR CIRCULATION: A PATHOGENIC MEME


Enrique Oller
Angiólogo y Cirujano Vascular. Hospital Universitario Dexeus Consejo Asesor

Enrique Oller Ariño es especialista en Angiología y Cirugía Vascular, miembro del equipo fundador de Cuadernos de Medicina Conductual y Sexología (1984) y autor del libro: Enfermar y sanar. Horizontes médicos en el siglo XXI (2015).

ISSN 2565-0564 Psicosom. psiquiatr. 2018;7:6-8


Al sentarse cualquier persona delante de un galeno aporta un conjunto extraordinariamente complejo de estructura biológica y de variadas emociones, así como un ingente acervo de información cultural. Una información que en los años de la niñez le ayudó, sin duda, a enderezar a la mis- ma biología, tanto como a sus emociones. La información transmitida de padres a hijos, en la escuela y luego en la vida social, facilita el andamiaje para que el individuo se sienta integrado en un sistema de valores y referencias en el que desarrollar su proyecto vital. Sin información, el individuo carece de posibilidades. El cerebro, entre otras funciones, se engrana y relaciona con el medio, lo interpreta y lo introduce en las estructuras más profundas. La información recibida y ‘transformada’ permite que éste se exprese funcionalmente.

¿CÓMO ES ESA INFORMACIÓN?

Existen diferentes teorías, siendo la de Dawkins (1) la más aceptada, no sin críticas consistentes. Dawkins definió el meme, a semejanza del gen, como una unidad discreta de información, en este caso cultural, que tiene la capacidad de transmitirse y reproducirse durante largos periodos de tiempo sin perder su signi cado básico. El meme se transmitiría como los genes de manera vertical atravesando generaciones, pero, además, también horizontalmente a través del contacto entre innumerables individuos.

Allá por lo años setenta del pasado siglo, cuando empezaba mi trayectoria en la especialidad de Angiología y Cirugía Vascular, me encontré con una generación de pacientes, mayoritariamente del sexo femenino, que referían un padecimiento que apodaban “mala circulación”, algo que en mis libros no existía. Llamaba la atención que el abanico de edad de las pacientes abarcaba desde las más jóvenes hasta las más mayores. Muchas de ellas, tan solo entrar en la consulta, exclamaban con firmeza: –”Doctor, yo tengo mala circulación”. Han pasado cuarenta años y la situación sigue siendo la misma: siguen entrando con la misma aseveración en los labios como expresión de una profunda creencia. Descartados los pacientes a los que se les puede diagnosticar una clara patología vascular, arterial, venosa o linfática, queda un pull importante sin un diagnóstico claro, tanto entonces como ahora. Nos encontramos frente a una amplia variedad de síntomas que van desde cambios en la coloración y la temperatura principalmente de las extremidades, a sensaciones erráticas difíciles de concretar, pero que todos describen como mala circulación.


¿QUÉ ES, PUES, LA MALA CIRCULACIÓN?

Esta idea reúne todas las interpretaciones de diferentes incomodidades que se producen sin que haya necesariamente una patología subyacente. Constituyen una sufrida apreciación de las variaciones que manifiesta nuestra biología, rearmando la idea de que hay mala circulación. En un inicio, esta idea, como otras muchas, tuvo la capacidad de penetrar hasta los estratos más profundos, convirtiéndose en ese momento en una creencia, algo que quedó como parte del individuo. El inconveniente es que algunas creencias tienen el potencial de alterar a la persona al desencadenar un circulo vicioso de retroalimentación positiva (cuanto más noto que me sonrojo, más me sonrojo), origen primordial de las nosologías. De este vínculo entre creencia y alteración ya habló Ortega y Gasset (2) cuando centró la atención en que alterarse es, desde su terminología, un no vivir desde “sí mismo” sino desde “lo otro”, en nuestro caso vivir desde la mala circulación que se convierte en un eje vital, como podrían ser también el estrés o la depresión. Establecida la vinculación entre la idea, la creencia y la alteración, en general, el enfermar pasa a ser parte de la vida (3).

Como aclaró Kleinman (4), las enfermedades tienen una naturaleza poliédrica que en el idioma inglés queda bien dfinida por disease, illness y sikness. Por un lado, la enfermedad se muestra en su dimensión psico-orgánica –disease–, por otro en su componente subjetivo –illness–, y finalmente en su esfera socio cultural –sikness–. De esta manera se podría definir la mala circulación no tanto como una enfermedad –disease– sino como una illness–sikness con sus múltiples variaciones sintomáticas en el contexto socio cultural donde nos movemos. La extensa variedad de la expresión sintomática con la que se muestran las enfermedades en su vertiente de sikness es lo que Jesús Mosterín (5), en su texto “La cultura Humana” –donde analiza en profundidad las diferencias y semejanzas entre los genes y los memes–, llama variabilidad fenotípica.


¿PERO, POR DÓNDE SE CUELA “LA ENFERMEDAD SOCIAL O CULTURAL” EN NUESTRO SER?,¿CÓMO ALTERAN LOS MEMES LAS ESTRUCTURAS MOLECULARES?

El “exocerebro” descrito por Roger Bartra (6) puede ser la respuesta. El cerebro está en íntima relación con las vísceras y los músculos. El sistema nervioso es un conjunto amplio que abarca todo el ser biológico, pero que a su vez depende de la interconexión con el “exterior” para completar su pro- ceso madurativo. Es el acervo cultural, lingüístico y simbólico el que permite madurar al sistema nervioso central y por ende a todo el ser. La parte cultural queda impresa en los circuitos neuronales y, en consecuencia, el mundo simbólico se transmite transformado en impulsos nerviosos al resto del organismo. Es por aquí por donde se cuela el estrés, la depresión y, sin duda, la mala circulación. Por aquí llegan los símbolos a transmutarse en alteraciones moleculares que se manifiestan en disfunciones varias.
Transcurridos estos cuarenta años, ahora me es más fácil percibir a qué nos enfrentamos: no a un batiburrillo sintomático sin sentido, sino a un meme patógeno que hace sufrir a los pacientes. Las medidas médicas a aplicar no pasarán por medicaciones varias después de infinitas pruebas, sino por una intervención fuera del ámbito estricto de la medicina.

La mala circulación puede ser considerada como un meme patógeno que refleja un malestar presente en la colectividad. Como tal tiene muy buena salud, se transmite eficaz y velozmente al tiempo que traspasa generaciones.

Algo habrá que hacer.


BIBLIOGRAFÍA


Dawkins R. El gen egoísta. Ed. Salvat Barcelona, 2000
Ortega y Gasset J. OC (ed. 1961) vol. VII pags 79-98: Ensimismamiento y alteración
Rovaletti ML. Le enfermedad como formalidad de la vida. Del ensimisma- miento a la alteración. Rev. Latinoam. Psicopat. Fund., V,3, 109-123.
Kleiman A. The Illness Narratives. Ed B Books. USA, 1988.
Mosterín J. La cultura humana. Ed Espasa Calpe. España 2009.
Bartra R. Antropología del cerebro. Ed. Pre-Textos, Valencia 2006.

lunes, 2 de marzo de 2015

La enfermedad en un mundo complejo

Del libro "Enfermar y Sanar. Horizontes médicos en el s.XXI" sección del capítulo 4: La enfermedad en un mundo complejo.


1. La enfermedad compleja
Sin duda, simplificar lo complejo es harto difícil, por cuanto la mayor parte de las veces lo reducimos a algo sin ánima, difícil de entender. Sólo la gran literatura es capaz de transportar a un nivel perceptible la extensión y profundidad de la complejidad. Sin embargo, voy a arriesgarme y hacer sólo una aproximación esquemática para centrar algunos temas concretos que me han parecido de interés en relación al tema que interesa en este texto. Empezaré con una aproximación a la salud como sistema inestable para luego definir las funciones y disfunciones. Más adelante comentaré la importancia de las redes y pasaré a definir los sistemas orgánicos y semi-orgánicos. Por ende, entraré en el tema de la causalidad con una valoración de las formas del enfermar y, para finalizar, trataré el tema de los atractores. De esta manera nos habremos aproximado a una definición de enfermedad compleja lo más perfilada posible.

La salud como sistema inestable
Un sistema inestable es aquel que precisa de un flujo de entrada de energía constante para mantenerse en equilibrio un tiempo. De este modo el sistema entra en relación con su entorno, interactuando con él pero no indefinidamente. En consecuencia, quedan concretados cuatro protagonistas: la energía de entrada, el sistema, el entorno y la interacción entre el sistema y el entorno. Y todo ello manido por el tiempo. Vayamos por partes:
1. La energía de entrada: No se puede mantener un estado de salud correcto sin una entrada adecuada de nutrientes básicos. Proteínas, carbohidratos y grasas constituyen el grueso de estas necesidades, seguido de numerosos oligoelementos y vitaminas. A nadie se le escapa que el hambre, la hambruna y la desnutrición, tanto a nivel individual como colectivo, constituyen una de las mayores dificultades todavía hoy para gran parte de la población mundial. Tampoco a nadie se le escapa que la entrada de energía debe ser constante, diaria.
2. El sistema: Disponemos de un cuerpo psico-físico, constituido por la misma materia que nos rodea, nuestro medio, la tierra, y en definitiva la materia del Universo. Hay que señalar dos propiedades de ella que tienen especial interés. Una es la asimetría, originada al inicio del Big Bang, y la otra la irreversibilidad de los procesos que sobre ella tienen lugar. Todo esto hace que tenga la capacidad de organizarse y aumentar simultáneamente su complejidad intrínseca. De estas dos condiciones nació la capacidad del Universo para generar vida, lo cual quiere decir que aparecen en él estructuras que presentan nuevas capacidades allí donde no las había; es decir, la suma de diversas partes genera un algo que es mayor que la suma aritmética de las mismas. Asímismo, la materia, tanto la inerte como la viva, presenta soluciones que aparecen semejantes frente a condicionamientos parecidos en sus distintas dimesiones. Son los fractales. En la anatomía humana esta repetitividad se observa en el sistema digestivo, el respiratorio y el vascular, entre otros.
3. El entorno: El individuo está inmerso en su entorno de forma inseparable, igual que el pez en el agua. Es una relación tan íntima que los procesos que influyen en uno  influyen en el otro. Las propiedades básicas de la materia también constituyen el fundamento del entorno, y sobre ellas se elevan funciones añadidas que el proceso evolutivo desarrolla incrementando su complejidad. Este aumento abre posibilidades para que se desarrollen nuevos locus de diversidad. Y estos, a su vez, darán lugar a otro incremento de complejidad de todo el sistema impulsándolo hacia adelante, hacia otras nuevas soluciones, como si hubiese una tensión interna hacia formas más ricas y también más diversas. Sin embargo, este proceso no aparece como una línea suave, sino disruptiva. Tanto las estructuras internas como el medio externo evolucionan en procesos que acumulan tensión interna, una tensión que puntualmente eclosiona hacia formas de equilibrio diferentes. Es como si diera pequeños saltos. De equilibrio en equilibrio. Como los trapecistas, de una cuerda a otra.
4. La interfase entre sistema interno y entorno: Existe un punto de fricción entre el sistema y su entorno. En esta interfase juegan mecanismos muy sofisticados que requieren de un gran aporte de energía, cuya finalidad es mantener las diferencias entre ambos lados. Si esta membrana de interfase se diluye, todo el sistema cae por lisis hacia el entorno en un equilibrio más estable. Es el problema de los grandes quemados, cuando superado un porcentaje de superficie quemada el mantenimiento de la vida no es posible.
El tiempo: Mide, desde dentro del sistema, el devenir de los fenómenos. Es el mismo devenir[1]. No se sitúa fuera como un tic-tac absoluto para todos. El tiempo cronológico, el que es medible (la edad del paciente), y el biológico, que es en cierto sentido su estado de oxidación, son dos aspectos distintos de una misma realidad. Otro aspecto es su irreversibilidad. No podemos retroceder en el tiempo y hacer que los accidentes no ocurran, porque de hecho lo que medimos son los accidentes, el desarrollo de la materia. En definitiva, es una idea tan útil que una de las primeras preguntas que le planteamos a los pacientes es: ¿cuánto tiempo hace que le duele?
En conclusión, y siguiendo el modelo de los sistemas disipativos de Prigogine[2], la salud es un sistema inestable, disipativo, que precisa para mantenerse de una entrada constante de energía, que depende del entorno y de la relación de interfase con el mismo. La desaparición de la energía de entrada lleva al sistema a su disipación, lisándose la interfase y desapareciendo el sistema diluido en el entorno, en un equilibrio más estable como es la muerte.

Funciones, disfunciones y retroalimentación
Si se dispone de una red de elementos interconectados entre sí y se introduce una fuente energética que los estimule se generarán fenómenos con nuevas propiedades capaces de reorganizar el sistema hacia un nivel mayor de complejidad. Se podrán formar detritus energéticos, que a su vez pueden conformarse como fuente energética para otros sistemas, o como tóxico del propio. Una disfunción aparece cuando la función emergente es nociva para su propia red, cuando se generan detritus o morralla con capacidad para deteriorar la propia red, otro sistema adyacente o al entorno.
En cuanto a la retroalimentación, es como un bucle de efectos correlativos entre varios elementos, de tal manera que al aumentar el primero se activa el segundo, el cual actúa de nuevo sobre el primero disminuyéndolo. A este tipo de retroalimentación se la llama negativa, porque al efectuarse el bucle el resultado final es un freno de la acción inicial. Cuando hay un bucle donde al incrementarse el primer elemento éste actúa sobre un segundo que repercute sobre el primero aumentándolo, entonces estamos hablando de un proceso de retroalimentación positiva.
Los sistemas de equilibrio inestable precisan de retroalimentaciones negativas para mantenerse. Cuando lo que se pone en marcha es una retroalimentación positiva, el sistema se desestabiliza y cae. Pongamos ejemplos. En el control de la glucosa en sangre, cuando ésta sube se segrega más insulina, que la hace bajar. Es una retroalimentación negativa. En la ansiedad aumenta la frecuencia respiratoria, que por sí misma aumenta la ansiedad. Es una retroalimentación positiva. Al final, la ansiedad así incrementada desencadena una crisis con efectos globales sobre todo el sistema. En conclusión, las funciones deben sustentarse sobre bucles de retroalimentación negativa, mientras que las disfunciones lo hacen sobre retroalimentaciones positivas.
¿Qué es pues lo que religa las funciones, lo que hace posible la auto-organización en complejas estructuras y comportamientos modulados por interacciones de agentes de niveles de organización menor? Como señala S. Turner, [3] probablemente la homeostasis es el fenómeno que se encuentra detrás de toda esta arquitectura de funciones, organizaciones y comportamientos. Ya se ha mencionado en el capítulo primero: la homeostasis es entendida como la regulación dinámica de un desequilibrio, sustentada por la aplicación de flujos de materia y/o energía hacia el entorno. La homeostasis es, en definitiva, un fenómeno de flujos que da lugar a un gradiente termodinámico mediante trabajo metabólico. Los agentes homeostáticos se hacen presentes en todo sistema auto organizado, coordinado con integridad y diseño (diferentes niveles de orden). También se encuentra en la integración de las células en los tejidos, de éstos en los órganos, de los órganos en los organismos y de estos últimos en los superorganismos.
Funciones emergentes: La aparición de una nueva capacidad en un nivel superior de organización no existente en el nivel inmediato inferior es una función emergente. Y en fisiología existe una gradación de propiedades emergentes según los niveles organizativos. Las estructuras vivas, que se llaman estructuras abiertas porque precisan de un aporte energético continuo e intercambian de manera constante su materia con el entorno, generan funciones nuevas a medida que aumenta la complejidad de sus asociaciones. Así, una ciudad es un elemento vivo, una sociedad es un elemento vivo, y la misma Tierra, llamada Gea, también lo es[4]. A cada nivel le corresponde la emergencia de una serie de funciones. En la Tabla 3.1 se exponen algunas a partir de la combinación del carbono, el hidrógeno, el oxígeno y el nitrógeno (CHON). Estos elementos básicos, al  reaccionar entre sí, producen formas químicas complejas y diversas, los principios activos, los cuales se organizan en moléculas con capacidad replicativa, éstas en órganos celulares que pueden controlar el medio, y después en células que ya disponen de funciones sensoriales y reproductoras. Luego vendrán los sistemas que incluyen funciones dinámicas, después los individuos con capacidad congnitiva, los grupos sociales con sustratos simbólicos, las ciudades con la identidad y solidaridad como base, las sociedades con el advenimiento de la justicia y la misma Gaia. En cada paso aparecen funciones nuevas que van desde la diversidad, el mundo de las formas, los sistemas replicativos, el control del medio interno, el sistema reproductivo, funciones dinámicas y cognitivas, emociones o sentido de identidad, hasta la justicia y los derechos humanos.


Tabla 3.1: Funciones emergentes

Nivel
Función
10-6
CHON
Reacción química. Diversidad
10-5
PRINCIPIOS ACTIVOS
El mundo de las formas
10-4
MOLÉCULAS
Sistema replicativo
10-3
ORGANOS CELULARES
Control medio interno
10-2
CÉLULA
Funciones sensoriales. Sistema  reproductivo
10
APARATO/SISTEMA
Funciones dinámicas
1
INDIVIDUO
Funciones cognitivas
10-1
GRUPO
Sentimientos
10-2
PUEBLO/CIUDAD
Identidad, solidaridad
10-3
SOCIEDAD
Justicia. Derechos humanos
10-4
GAIA
El planeta vivo


Redes
Cuentan que una vez le preguntaron a una niña qué era la complejidad, a lo cual ella respondió:
 —¡La complejidad es una cosa compleja que trata sobre la complejidad!
Pues bien: las redes complejas son redes que han evolucionado y siguen evolucionando de forma compleja aumentando sus grados de complejidad. Como dice Ricard Solé, todo son redes, las neuronas, los ecosistemas, la información, el genoma, evidentemente Internet…, y todas son complejas[5].
Cuando una red madura, cuando se han establecido lazos fuertes entre todos los elementos, se fija en un estado nuevo. Este nuevo estado de la materia es materia más compleja, nueva, y con dificultad dejará de existir aunque siga siendo frágil. Pongamos un ejemplo. Las ciudades. Desde que nacieron en Ur hace 3.000 años no han dejado de crecer y multiplicarse, y se han extendido por todo el mundo, hasta el punto que en zonas donde no hay nada de repente nace una, incluso saltándose las etapas que al principio eran necesarias: agrupación de viviendas, luego pueblo, villa, etc. Ricard Solé, en su texto sobre redes complejas, concluye que desentrañar la arquitectura de las redes complejas no sólo permitirá trazar nuevos mapas de la realidad, sino que además facilitará un conocimiento mejor y más responsable sobre este mundo único y frágil en el que vivimos[6].
En los años cincuenta del pasado siglo, Juan Rof Carballo, uno de los más eminentes intelectuales médicos españoles, desarrolló ya ideas próximas al concepto de red[7]. J. Rof, que en sus inicios profesionales se formó en el ámbito de la anatomía patológica, derivó hacia la medicina interna para posteriormente ser pionero en la medicina psicosomática. Su obra es vastísima, y entre ella destaca el concepto de urdimbre afectiva. La urdimbre es la red sobre la que el hombre crece afectivamente y se estabiliza. Es una red que abarca desde la relación persona-persona (madre/hijo) hasta la relación persona-sociedad. El hombre nace frágil, con un cuerpo quebradizo inmerso en una cultura y sociedad también frágiles y, sin embargo, lo bastante estables como para facilitar el desarrollo de todos sus sistemas. Ello es posible gracias a la plasticidad y adaptabilidad que confieren a los sistemas los múltiples enlaces débiles y complejos entre los elementos, y a todos los niveles, fractalmente, desde el molecular hasta el social[8].

Sistemas orgánicos y semi-orgánicos
En lo orgánico, el todo es más que la suma de las partes y las partes contienen la información del todo.
En lo inorgánico, las partes no contienen la información del todo. El hombre fabrica máquinas compuestas por partes diferentes, con funciones diferentes que ejecutan un todo con funciones emergentes. Son los sistemas semi-orgánicos, un ejemplo de los cuales es el ordenador en el que estoy escribiendo, compuesto por elementos muy diferentes, además de una parte soft, basada en un idioma binario inventado de forma independiente. Desde cualquiera de sus partes, el teclado, el disco duro, no se puede reconstruir todo el ordenador. Sin embargo, las células de un ratón de laboratorio, cada una de ellas, contienen la información encriptada suficiente para reconstruir de nuevo el organismo. Valga como ejemplo la oveja Dolly.
Un hospital es un sistema semi-orgánico, donde la suma de las distintas partes,  servicios y departamentos interrelacionados entre sí permite un conocimiento de orden superior que posibilita una asistencia de más alto rango de complejidad para afrontar con mayores garantías los problemas de salud complejos. La coordinación del cuerpo facultativo con el gerencial y los estamentos estructurales permite llegar al nivel de efectividad y eficacia preciso para el buen desarrollo de la medicina bio-tecnológica.
La organización médica actual se estructura en tres niveles. El primero es la medicina general, la de familia y comunitaria, la más próxima al ciudadano. El segundo es el del especialista con capacidad de intervención en patologías complejas que afectan a un sistema o función determinada. Y, finalmente, el tercer nivel es aquel que tiene capacidad de actuación sobre una disfunción que ha tenido la potencia de desestabilizar varios sistemas y ha producido una situación de crisis global. La medicina alopática se organiza, pues, en un sistema multinivel. Ello permite una visión global sobre el individuo, la familia y la comunidad en el primer nivel, una intervención sobre sistemas disfuncionantes en el intermedio y una actuación hospitalaria en situaciones de disfunción multisistémica, general o global en el tercero. En consecuencia, se puede decir que la medicina occidental es un sistema orgánico dado que en su práctica se genera una organización de elevada complejidad en la que las partes contienen en potencia la totalidad de la información. Desde cualquiera de sus niveles se puede reproducir el sistema.
La fisiología y la fisiopatología son la base de cualquier conocimiento médico. En la medicina bio-tecnológica los principios moleculares constituyen las piezas clave que sustentan todo el edificio médico y permiten el desarrollo de la práctica en cada uno de los niveles mencionados. Los principios fisiológicos son los mismos en cada nivel. La complejidad la aporta el nivel, no un cambio en los principios. Esto constituye una ley general. La materia se expresa de igual manera desde su nivel más bajo al más alto imaginado. No cambia. Por eso, desde cualquier nivel se tiene acceso a la materia básica y se puede actuar de forma fiable sobre ella. Es más, en los sistemas orgánicos actuar sobre la materia básica en cualquier nivel hace que la acción tenga repercusiones a lo largo de la red compleja.




[1]  Ilya Prigogine es el físico del siglo XX que más ha estudiado el tiempo. Para él, el tiempo es el gran innovador. Ver C. V. Barloewen y Gala Naoumova: El libro de los saberes. Círculo de Lectores. Barcelona, 2008. Pág. 420.
[2]  Prigogine, I. El nacimiento del tiempo. Tusquets Edit. Barcelona, 1998.
 
[3]  Turner, S: «Homeostasis, complexity, and the problem of biological design». Explorations in Complexity Thinking. Ed. Richardson K.A., Cilliers P. Isce Publishing, 2007.
[4]  Lovelock, J. Las edades de Gaia. Tusquets Edit. Barcelona, 1993.
 

[5]  Solé, R. Redes complejas. Del genoma a Internet. Tusquets Editores. Barcelona, 2009.
[6]  Solé, R. Op. cit. Pág. 222.
[7]  Rof Carballo, J. «Autobiografía intelectual». Anthropos nº 141. 1993.
[8] Csermely, P. Weak Links. Stabiliziers of Complex Systems from Proteins to Social Networks. Ed. Springer. Berlín, 2006.


En el blog siguiente hay más información: http://enfermarysanar.blogspot.com.es 

viernes, 27 de febrero de 2015

Enferma y sanar. Horizontes médicos para el s.XXI


Enferma y sanar. Horizontes médicos para el s.XXI


¿Porqué enferma el hombre? ¿Porqué sana? ¿Porqué siempre hay alguien dispuesto a ayudar? Dar respuesta a estas sencillas preguntas requiere adentrarse en lo más profundo de nuestra naturaleza. El hombre, consciente de que enferma, dibuja un horizonte de salud, quizás accesible a través de la sanación. Interpreta su situación en el mundo y pone todos los recursos a su alcance para conseguir mitigar el dolor y el sufrimiento. A su lado, otro hombre le presta ayuda. El enfermar, el sanar y el colaborar en la recuperación de la salud son los tres ejes que se evalúan en este ensayo. Y ello se hace teniendo en cuenta que la enfermedad no existe, que sólo existen enfermos, y que su cura se realiza siempre sobre seres humanos modificados por la cultura sin que exista en ellos una naturaleza intrínseca e inmutable. Es así como caben diversas medicinas y técnicas de sanación que, al fin, dibujan un horizonte para este nuevo siglo donde el conocimiento médico actúa como sistema cultural en el límite de la experiencia humana y deja al descubierto implicaciones políticas, la urgencia de que el paciente sea su propio médico y la necesaria expansión de la humanización también en y a través del acto médico. En este estudio se viaja a través de varias narraciones o historias, por que no existen medicinas que se puedan alejar del narrar —ese continum en el que nos encontramos inmersos—, ni tampoco de la perspectiva de un horizonte que, aunque siempre elusivo, las llama sin cesar. Siguiendo a Platón, sólo un conocimiento total del hombre puede ayudar a sanarlo.




miércoles, 24 de septiembre de 2014

La mano izquierda del caos

He aquí un interesante y extenso estudio que enlaza caos-complejidad con las bases de la medicina Ayurveda. Para una lectura detenida, lenta y precisa. El texto es de Miguel Ángel Martínez Iradier.

lunes, 3 de septiembre de 2007

miércoles, 22 de agosto de 2007

Una reflexión sobre la salud

Nuestra naturaleza se expresa de forma continua a través de un equilibrio dinámico. Ello es posible gracias a constantes ajustes con nuestro medio externo e interno, que son siempre variables. La salud constituye pues el margen amplio donde los esfuerzos adaptativos son encajados sin consecuencias para nuestra supervivencia a un coste aceptable.

Desde el mundo orgánico, el psicológico o el social pueden actuar elementos con capacidad de romper el equilibrio saludable que nos sostiene.

La enfermedad aparece pues como una crisis que interacciona en la vida del individuo y lleva la salud más allá de los márgenes de equilibrio. De forma refleja se ponen en marcha procesos que tienen por objeto devolver al equilibrio perdido. Estos mecanismos son tanto internos como externos. Todo proceso vital tiene un “elan vital” o fuerza interior, que es el que arrastra a la materia hacia su proceso de vida, es decir un comportamiento sanatorio propio. Todo individuo cura desde dentro, pero en los individuos sociales como nosotros, precisamos así mismo de la puesta en marcha de procesos sociales que abunden en la misma dirección curativa.

En este contexto, la definición de la OMS en cuanto que la salud es un estado de bienestar físico, mental y social requiere de una revisión. En primer lugar la salud no es un estado de quietud. Nuestra naturaleza es expresión cambiable, física, mental, espiritual y social. Es por lo tanto la salud un criterio evolutivo de caracter inestable. Es más, en el bienestar, hay que aceptar una valoración subjetiva, individual y colectiva, y por lo tanto no homogénea.

La capacidad de autocuración de los sistemas vivos se extiende más allá de los elementos materiales. La mente, que no es más que otra forma de expresión de la materia, participa de las mismas propiedades fundamentales de la materia viva, es decir, de su impulso vital, y su capacidad de autorregulación y por tanto autocurativa. Las estructuras sociales no están excluidas de esta naturaleza, así como el mundo del espíritu.

El universo, en un momento dado se ha expresado en un orden de vida con capacidad de perpetuarse en una dinámica hacia un mundo más complejo, manteniendo siempre sus funciones previas adquiridas. Contiene en sí el germen de la autocuración, que no es más que la capacidad autoorganizativa. Es decir su esencia misma, con sus propiedades específicas, fundamentalmente su consistencia en el tiempo como proceso irreversible y por tanto con historia relevante, su irreductibilidad o incapacidad a la simplificación y su libertad o adaptabilidad a las contingencias, sean del orden que sean.

En definitiva, y como apunta Juan Mendoza-Vega, la salud ha pasado de ser la ausencia de enfermedad a un estado de bienestar, y luego un proceso de equilibrio dinámico del individuo, su colectividad y su extensión hasta "Gea",la tierra viva, alejándose así de su antropocentrismo.

martes, 21 de agosto de 2007

Sistemas complejos y Medicina

La Medicina es una actividad, que por el uso de conocimientos biológicos, químicos y físicos, utiliza la tecnología con el objetivo de mantener y promocionar un estado de equilibrio saludable. Ello facilita la sobreviviencia y el desarrollo del individuo personal y social, sin olvidar su vertiente espiritual. Constituye, pues, una "ars" y una "techne", así como un elemento motor del desarrollo cultural y conceptual del hombre, entrando de pleno en la filosofía, la ética y en la antropología.

De esta manera la medicina y el médico constituyen un nodo de relaciones entre múltiples partes que interactúan recíprocamente. Es un buen ejemplo para el estudio de la complejidad. Es por ello que inicio este blog, con la esperanza de ser un punto de encuentro de todos aquellos interesados en el desarrollo de la Medicina Compleja.